foto 1Uno de los mejores recuerdos que tengo como espectadora cinematográfica es el golpe de entusiasmo que tuve la primera vez que vi Gladiador. Recuerdo lo mucho que me gustó la escenografía y las actuaciones, las escenas de acción, los diálogos (“Iremos a Roma, Español, y tendremos aventuras”) y toda la atmósfera que me hicieron descubrir lo mucho que me gustan las películas de corte histórico. De hecho, sigo teniendo especial cariño por filmes de ese tipo, incluyendo a las más antiguas, como Cleopatra y Ben Hur..
Rondando en esa temática, me encontré un domingo de tarde, aburrida y sin ganas de nada, con Pompeya (Pompeii) película de principios de 2014, que tuvo un fugaz paso por las salas de cine chilenas. Revisé los antecedentes: protagonizada por Kit Harrington, a quien conocemos por su papel de Jon Snow en Game of Thrones, secundado por Kiefer Sutherland y Carrie-Anne Moss, y dirigida por Paul W.S. Anderson (responsable de todas las Resident Evil), me pareció que tenía más puntos a favor que en contra, y con ese espíritu, me dispuse a verla.

Y bueno, soy entusiasta, pero todo tiene un límite.

Partamos por la historia. Milo (Harrington) es un joven celta esclavizado y devenido en gladiador, que guarda en su corazón deseos de venganza por la muerte de su padre y el asalto de su aldea por parte de Corvus (Sutherland), antiguo general romano y actual senador. Milo se enamora de la preciosa Cassia, quien fue obligada a comprometerse con Corvus por temas familiares que honestamente, no tienen importancia. Todo esto con la imagen del Vesubio de fondo, en días previos a la catástrofe natural más conocida de la historia.
Claro, explicarlo así no suena tan terrible. La película tiene acción, romance, princesa, gente mala, gente noble, fiestas nocturnas, peleas de gladiadores y todo lo que entendemos como parte de una “película de romanos”. El gran problema de este filme, y que nos hace preguntarnos que hemos hecho para merecer esto, es precisamente, la sobreutilización de todos los códigos que nos son tan queridos. ¿Era necesario hacer una película tan deficiente usando todo el argumento de Gladiador? Una cosa es inspirarse, incluso es posible argumentar que las historias sólo se parecen, pero si una película va a copiar plano por plano las ideas de otra, debería sustentarse en otra cosa. En las actuaciones, por ejemplo. Pero no.
El problema más evidente es algo de lo que ya teníamos sospechas, y es que Kit Harrington no actúa de nada. Interpreta al personaje principal, se ve perfecto con sus rizos y su six pack (tienen que haber usado aerógrafo en este caso, no me engañan aunque quieran), pero su inexpresividad es desquiciante. Y no sólo es desesperante, sino que además, queda en claro que el actor no sabe moverse en pantalla de otra forma. Dejándolo bien en claro, es como si le hubiesen quitado el uniforme de guardia de la noche y lo hubiesen dejado en ropa interior en Pompeya. No hay diferencia de nada, y lo más probable es que Harrington en la vida real sea así, bonito pero fome.

Anda a Vestirte Jon Snow
Anda a Vestirte Jon Snow

Lo peor de esto es que el resto del elenco está en la misma línea. Parece como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para contagiarse de fomedad. De hecho, el único momento interesante lo otorga Carrie Anne Moss, en una escena que dura dos minutos y que concentra toda la emoción y la pasión que debería haber tenido el resto del filme. Pero es Carrie-Anne y ya todos saben que Trinity puede hacer cualquier cosa. Por Kiefer Sutherland, mejor ni preguntar. Es probable que justo esa semana haya estado de mal genio, con una perturbación en la fuerza, o algo por el estilo.
Sumémosle el uso indiscriminado de CGI y tendremos, con todo, un refrito de todas las películas épicas, incluyendo 300, pero muy recalentado. Cosa que no deja de ser indignante, considerando que la película tuvo un presupuesto que le permitió hace uso y abuso de la pantalla verde, para entregarnos erupciones metalizadas y cantidades desconcertantes efectos que de verdad, no provocan nada, salvo, como ya dije, mucha indignación. Porque claro, este final lo sabemos todos, todos sabemos que el Vesubio hará erupción y todo terminará ahí, pero la falta de precisión de la historia hace que uno no se preocupe por el futuro de ningún personaje. Y pucha, a veces es lo único que le pedimos a las películas: que nos interese el final, pero aquí, nada.

Claro que sí, la gente se besa en medio de las erupciones volcánicas. Romántico
Claro que sí, la gente se besa en medio de las erupciones volcánicas. Romántico

Desechable como pocas, mejor ni mirarla si se la topan por ahí, a no ser que extrañe mucho a Jon Snow, cosa que es comprensible. De otra forma, mejor abstenerse. Hágalo por su salud mental.

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