Recuerdo cuando salió la película Tiburón, por allá por el año 1977, y había locura por verla, era una forma nueva de encontrarse cara a cara con el miedo y el pánico a lo desconocido. Fui a la playa días después de verla y veía sombras por todos lados, no me atrevía a entrar al mar y miraba fijamente el agua, no fuera a ser que uno de esos escualos me atacara y terminara con una pierna menos. Me queda claro que las niñas de A 47 Metros de Profundidad jamás la vieron . Bueno, es bien posible, son jóvenes y si la vieron fue en la TV donde el efecto es muy distinto.
A 47 Metros de Profundidad es la historia de dos hermanas que están de vacaciones en México y que, buscando entretención, deciden meterse a una jaula y sumergirse en un mar lleno de tiburones. La aventura consistía en bajar nada más que tres metros, mirar tiburones de cerca y cinco minutos después ser subidas de vuelta al bote. Pero, como es obvio, algo sale mal y la jaula se suelta y baja a 47 metros de profundidad, dejando a las hermanas incomunicadas y con muy poco oxígeno. Y, como si esto fuera poco, rodeadas de amenazantes tiburones. A partir de ahí las hermanas luchan toda la película por salir con vida de esta situación.
A 47 Metros de Profundidad es una película totalmente prescindible. No sólo no cuenta nada nuevo, si no que repite estructuras y conflictos que hemos visto ya demasiadas veces. La hermana callada y tranquila es convencida por su hermana aventurera y osada de embarcarse en un bote de totales desconocidos, internarse en el mar y mirar tiburones, cosa que, según ella no sólo no reviste ningún peligro, si no que será diversión pura. Es de esas películas donde todos nos damos cuenta del peligro inminente, excepto las protagonistas, que por lo demás, toman las peores decisiones. Tanto que llega un momento en que no nos parece tan mala idea que los tiburones se las coman, en castigo por actuar como personajes de película de terror muy clase B.
El film tiene profundidad sólo en las imágenes, no hay gran desarrollo de personajes y las motivaciones son débiles y confusas. La acción se centra en detalles que no llevan a ninguna parte y los personajes secundarios están casi dibujados, no sabemos nada de ellos, a veces perece que son malos y después no lo son, y otras veces parece que están preocupados y tratando de ayudar y después no lo están.
De más está decir que todo se resuelve de una manera muy predecible, es más, el famoso “giro” tan de moda por estos días, es anunciado durante más de la mitad de la película. Es decir, no hay que estar muy atentos para ir dándose cuenta de lo que va a pasar y en qué terminará todo.
Puedo decir sí que la actuación de las protagonistas es bastante aceptable, Mandy Moore como la hermana seria y fome, y Claire Holt como la hermana entretenida, pero que tiene las peores ideas sobre lo que es diversión. Donde A 47 Metros de Profundidad anda bastante bien es en las hermosas imágenes que muestra de la profundidad del mar, hay varios efectos muy bien logrados y de verdad a veces sentimos lo angustiante que debe ser estar quedándose sin oxígeno y a punto de ser comido no sólo por uno, si no que por varios de los seres más peligrosos del planeta. Aunque claro, si lo pensamos un poquito, nosotros jamás nos veríamos en esa situación desesperada; uno porque vimos Tiburón, y sabemos cómo termina eso, y dos, bueno sentido común, nada más.
Director: Johannes Roberts
Escritores: Johannes Roberts, Ernest Riera
Protagonistas: Mandy Moore, Claire Holt, Matthew Modine