Esta semana se estrena en Chile “Belfast”, película nominada a 6 Oscars y ganadora al mejor guion en los Golden Globes 2022. Escrita y dirigida por Kenneth Branagh, da cuenta de su experiencia con el conflicto político religioso en Irlanda del Norte, visto a través de los ojos de un niño, por lo que la visión es transparente y honesta.

Filmada en hermosos tonos de blanco y negro, “Belfast” comienza mostrándonos a Buddy (Jude Hill) jugando con sus amigos felices en la calle, adultos conversando, personas pasando para allá y para acá y sobre todo nos muestra ese aire de familiaridad y tranquilidad típico de barrio de fines de los 60’s, tranquilidad que es interrumpida por la aparición violenta de un grupo de jóvenes que atacan las casas de las familias católicas obligando a Buddy, a su hermano y a sus amigos a refugiarse en sus casas y a sus padres a plantearse dejar el barrio que aman y que los vio crecer.

Tal vez no tenga mucho que ver, pero ese inicio me hizo recordar el domingo 28 de marzo de 1965, yo de 7 años en un barrio de un cerro de Viña del Mar, jugando al almacén con mis amigos y amigas riéndonos y gritando de felicidad, todos solos, los adultos en los departamentos, porque era tan tranquilo que no había peligro, porque nadie nos hacía daño. De repente empezó a moverse la tierra, alguien gritó terremoto y la tranquilidad se acabó para siempre. Descubrí que la tierra se movía sin avisar cada cierto tiempo y con distinta intensidad, que se caían casas y edificios viejos y que también moría gente. Y la peor noticia: vivía en el segundo país con más terremotos del mundo.

¿Cómo es para Buddy descubrir que las personas odiaban y atacaban a sus iguales llevados por la intolerancia y fanatismo? ¿Cómo entender a los 9 años que todo ese odio, todos esos conflictos eran generados por nosotros mismos, no inevitables como un terremoto? ¿Cómo afecta a un pequeño, con la inocencia de los 9 años, ver el miedo en los adultos, no entender por qué los de “su lado” eran los buenos y los del “otro lado” eran los malos, si al otro lado estaba la niña más hermosa y buena del mundo?.

El acercamiento de Kenneth Branagh con la historia es cálido y profundo, ésta es una película que habla del horror e irracionalidad de un conflicto eterno entre compatriotas, vista desde la mirada de un niño. No es casualidad que sea un niño cuya familia es amorosa y sabia a la hora de explicarle los motivos que llevan a otras personas a actuar como actúan, le enseñan que somos todos iguales, con algunas diferencias lógicas y la mayoría de las veces saludables. Al ser un niño feliz, Buddy siempre pensará que no importa cuál es tu religión, o cuáles son tus ideas políticas, porque es lo que sus padres y abuelos le han enseñado. Es capaz de ver más allá, y su perspectiva infantil es incluso más madura que la de los adultos (casi siempre es así cuando hay conflictos); la visión de Buddy no es todo violencia y conflicto, es aprendizaje, es de alguna manera y a pesar de la realidad, seguir siendo niño, disfrutar de la vida, es amar y respetar al otro, tener ilusiones y planes para cuando sea grande. Algo que ojalá muchos niños de ahora compartan, sobre todo aquellos que viven en países en guerra, para ellos van estos 98 minutos de este film encantador, inteligente y lleno de esperanza y humor.

No puedo dejar de mencionar el soundtrack a cargo del cantautor nor-irlandés, nacido en Belfast, Van Morrison. Su canciones sencillas y hermosas nos acompañan toda la película y nos ratifican que estamos viendo una obra salida directamente del corazón de su autor.

“Belfast” se estrenó el 10 de marzo y pueden verla en distintos cines del país, por favor no se la pierdan.

Marisa Zúñiga