Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo
Hay un argumento entre los que no saben, que dice que Scorsese solo hace películas de gangsters. Lo que es falso. A sus casi 81 años, el hombre ha realizado dramas históricos, reflexiones religiosas, musicales, documentales, estudios de personajes, películas de terror y suspenso. Su enorme amor por el cine, su profundo entendimiento y vasto conocimiento lo han llevado a explorar los rincones mas recónditos del séptimo arte, siempre con éxito aunque a veces en diferentes áreas.
Personalmente creo que su nueva película “LOS ASESINOS DE LA LUNA” es el resultado de toda su experiencia en el oficio. Aquí hay un evidente manejo del arte en todos su niveles. Hay películas que mezclan géneros, eso no es novedad, pero la última película de Scorsese se siente como si se mezclaran todas las películas al mismo tiempo, con un balance tan preciso que nunca se siente a un género dominar al otro. Se siente como… una historia.
LOS ASESINOS DE LA LUNA está basada en el libro del mismo nombre el cual es un relato de no ficción que detalla los acontecimientos ocurridos en Estados Unidos en la década de 1920, cuando miembros de la comunidad indígena Osage fueron asesinados sistemáticamente para tener acceso legal a sus riquezas y propiedades, dando paso a la creación del FBI. Scorsese presenta esta historia desde la perspectiva del romance entre una acaudalada y tradicional joven indígena y un ambicioso y sinvergüenza hombre blanco.
A pesar de sus tres horas y treinta minutos de duración, es impresionante ver el manejo de Scorsese para darse el tiempo necesario para presentar todas las piezas que eventualmente entrarán en juego en la historia y, al mismo tiempo, plantearte el mundo donde estos personajes habitan y el contexto sociopolítico en que se relacionan. La fotografía del director Rodrigo Prieto le asigna una paleta de colores única a cada facción para luego mezclarlas cuando los personajes empiecen a relacionarse entre ellos. El montaje de Thelma Shoonmaker se siente ágil y dinámico pero jamás apresurado. Excepto el final. Que debe ser uno de los epílogos mas hermosos que he visto. Un vigorizante elixir de amor y nostalgia cinematográfica que ayuda a que el golpe dramático que acabamos de experimentar no se sienta tan amargo.
Porque esta película es emocionalmente dura. Es sobre los limites de la ambición y la maldad humana. Sobre el desprecio que somos capaces de tener por el otro. Es una reflexión sobre la sociedad y la sangre sobre la que está edificada. Es sobre el abuso de los poderosos sobre los débiles y el aprovechamiento de los ignorantes.
Pero también es sobre el amor, la bondad, la naturaleza y la esperanza. Y Scorsese utiliza todo el espectro cinematográfico para contar la historia. Como me dijo Alejandra Pinto “se puede hacer un estudio solo de los sombreros que usa DiCaprio” y efectivamente podemos hablar extensamente de cómo se utiliza el vestuario para visualizar la posición de los personajes en los distintos puntos emocionales y temporales de la historia. El personaje de Robert DeNiro pasa de ser un ordinario hombre de negocios a un despiadado y maquiavélico monstruo solo por el desarrollo de la historia y la sutil forma de filmarlo. Su actuación es siempre la misma pero nuestra percepción del personaje es la que cambia. Supongo que a ese tipo de cosas se refieren cuando hablan de “la magia del cine”.
El centro de la película es la historia de amor entre Mollie y Ernest pero esta no es una historia de amor. Así como tampoco es una película de terror a pesar de tener a un monstruo suelto en el pueblo. Tampoco es una película policial ni histórica a pesar de tratarse del nacimiento del FBI y sobre las tradiciones y costumbres de la comunidad indígena Osage. Tampoco es un thriller psicológico a pesar de tener todos los elementos del genero. Pero al mismo tiempo si lo es. Es como si el la audiencia pudiera elegir desde que ángulo disfrutar la película. Esta película si que tiene todo en todas partes y al mismo tiempo.