Un coro de niños que suenan como ángeles son los encargados de abrir las puertas de Colonia Dignidad, cual entrada al paraíso, para nuestro protagonista. Es el sur de Chile en 1989 y Pablo es un niño de 12 años, de origen humilde que vive solo con su madre antes de que esta deba perderse en el cerro cada cierto tiempo para trabajar como temporera. También hay un párroco que ayuda con los cuidados de Pablo y que es quien articula la posibilidad de que de que este niño se transforme en el primer alumno becado de la colonia alemana. Paul, el patriarca de la colectividad en persona es quien le da la bienvenida. La madre, ante el entusiasmo y la posibilidad de un mejor futuro para su hijo, no pone objeción alguna y Pablo ingresa como uno más de la colectividad.
Lo que viene a partir de ese momento es una representación sutil pero aterradora de lo que se vivía dentro de esos cientos de hectáreas instaladas en el sur de Chile. Para todos los integrantes de la comunidad, Paul es una figura omnipresente que lo ve y sabe todo. Es un interpretador de sueños, un juez capaz de decidir por si solo el destino de las personas y encargado de separar la realidad de la ficción. Para los que ven la comunidad desde afuera, Paul es una persona capaz de generar un “milagro alemán en el sur de Chile”. Donde solo existe un grupo de inmigrantes que trabaja para aportar al desarrollo de la región y sus habitantes.
Pablo de alguna manera es un inmigrante dentro de esta comunidad. Busca integrarse y destacar. Superar a sus compañeros y hacer amigos. Sin embargo, como todo niño que conoce el mundo exterior, es curioso por entender lo que ocurre en las sombras y los rincones de la comunidad que no están a la vista. Su mirada inocente nos permite entender lo que las autoridades se niegan a ver. Hay abusos, hay desaparecidos y castigos que solo podemos imaginar. Hay una inocencia interrumpida que quedara eternamente asociada a este lugar.
“Un lugar llamado dignidad” intenta acercar al espectador al miedo y dolor que sufrió esta colectividad durante años. Allí están los miedos y los horrores. Los inocentes y los culpables. Los débiles y los poderosos. Sin embargo, la imagen se hace un tanto borrosa al perderse en la historia que quiere contar. Pablo se vuelve uno más en medio de varias historias paralelas. Su ingenuidad se mezcla con la del resto y su historia solo intenta ser un catalizador de sorpresa dentro de un relato que extravía su fuerza sobre el final. Porque el terror en Colonia Dignidad es una realidad de la que ya no podemos escapar, ni siquiera a través de los ojos de Pablo.
Director: Matías Rojas Valencia
Países: Chile, Francia, Alemania, Argentina, Colombia
Duración: 90 minutos
Por Keno Gallardo